El gobierno de Haití ha emitido una declaración de estado de emergencia el domingo por la noche, junto con un toque de queda, en respuesta al aumento significativo de la violencia perpetrada por pandillas y dos fugas de prisión durante el fin de semana.
Según el comunicado del ministro de Finanzas, Patrick Boivert, en funciones como primer ministro, la decisión se tomó debido al «deterioro de la seguridad», especialmente en la capital, Puerto Príncipe, y a los «actos criminales cada vez más violentos cometidos por bandas armadas», que incluyen secuestros, asesinatos, violencia contra mujeres y niños, y saqueos.
El gobierno declaró el estado de emergencia en todo su territorio occidental, con un período inicial de 72 horas, y estableció un toque de queda desde las 20:00 horas del domingo hasta las 05:00 horas del lunes, y de 18:00 a 05:00 de lunes a miércoles.
Excepciones al toque de queda incluyen personal de emergencia como policías, bomberos, trabajadores de la salud y periodistas identificados correctamente. Las fuerzas del orden están autorizadas a utilizar «todos los medios legales a su disposición» para hacer cumplir el toque de queda y arrestar a quienes lo incumplan.
Las autoridades estiman que alrededor de 3.500 prisioneros escaparon de la Penitenciaría Nacional de Haití durante los disturbios, aunque la falta de condiciones adecuadas ha impedido realizar un recuento preciso. Según Arnel Remy, jefe del Colectivo de Abogados por la Defensa de los Derechos Humanos en Haití (CADDHO), 3.597 reclusos se fugaron.
Las autoridades haitianas han intensificado los esfuerzos para controlar la situación, mientras múltiples fuentes de seguridad en Puerto Príncipe reportan un aumento sin precedentes en la violencia desde el jueves, incluidos ataques a comisarías, el aeropuerto internacional y la Penitenciaría Nacional.
La frustración pública hacia el primer ministro Ariel Henry por su incapacidad para frenar los disturbios ha aumentado, particularmente después de que no cumplió con su compromiso anterior de dimitir el mes pasado y la escalada de violencia continúa. A pesar de los esfuerzos por restaurar la calma, la inestabilidad persiste en Haití, afectando gravemente la seguridad y el bienestar de la población.