Un grupo de jóvenes con el rostro tapado, pertenecientes a la comunidad de Ayotzinapa, irrumpió en Palacio Nacional a través del acceso de Moneda número 1, provocando una respuesta de la Policía Militar, encargada de la seguridad de la sede del Poder Ejecutivo, quienes utilizaron gas para dispersarlos. Equipados con escudos y palos, los policías militares enfrentaron a los manifestantes.
Mientras tanto, en el interior del Salón Tesorería, el presidente Andrés Manuel López Obrador llevaba a cabo su conferencia matutina.
Los jóvenes, cubriendo sus rostros con gorras y cubrebocas, emplearon una camioneta de la Comisión Federal de Electricidad como ariete para derribar la puerta de madera del acceso mencionado.
La demanda de los normalistas de Ayotzinapa era clara: exigían una reunión con el presidente López Obrador para discutir la falta de avances en la investigación sobre la desaparición forzada de 43 de sus compañeros el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.
Ante la situación, militares instalaron una barricada dentro de Palacio Nacional para evitar que los estudiantes ingresaran más allá del punto alcanzado.
López Obrador, ante la presencia de los manifestantes, anunció que serían atendidos por el subsecretario de Gobernación, Arturo Medina. Sin embargo, al ser cuestionado sobre si recibiría personalmente a los normalistas, el Presidente rechazó la idea, reiterando su liderazgo en la investigación del caso.
Después del derribo de la puerta, el Mandatario aseguró que se repararía y acusó a los manifestantes de buscar provocar disturbios.
A pesar del incidente, López Obrador afirmó sentirse seguro en cualquier parte del país, confiando en el respaldo del pueblo.
La protesta de los normalistas obligó al cierre del Salón Tesorería donde se llevaba a cabo la conferencia matutina. Asimismo, elementos de seguridad del Palacio Nacional retiraron a los medios de comunicación de las inmediaciones del acceso de Moneda, considerándolo como una zona no segura.